Durante todo ese tiempo, hablé con numerosas mujeres y descubrí que muchas de ellas compartían conmigo la necesidad de unas braguitas de abrir y cerrar, pero por motivos distintos y mucho más desafiantes que el mío. Mujeres mayores con problemas de movilidad que tienen que pedir ayuda para ponerse sus braguitas; mujeres que están recuperándose de una lesión traumatológica grave o de una intervención con un postoperatorio complicado y ven reducida su movilidad; mujeres que trabajan o realizan deportes en condiciones extremas prolongadas y no tienen la opción de cambiarse la ropa interior si no se desvisten completamente.

Gracias a sus comentarios y valoraciones, estas mujeres me han ayudado a avanzar y a llevar este proyecto hasta aquí. Los numerosos prototipos previos (desarrollados gracias a la confianza y complicidad de Montse Ribera), el esfuerzo, los recursos y los más de diez años de mi vida invertidos en este proyecto cobraron sentido el día en que una de las primeras mujeres que testeaba las braguitas Bix dijo que le habían resultado muy útiles durante su hospitalización a raíz de una intervención quirúrgica. Las braguitas Bix habían cumplido su misión.